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PALESTINA Y DONALD TRUMP: HACIA LA PAZ COERCITIVA

  • Foto del escritor: Moisés Garduño García
    Moisés Garduño García
  • 28 mar
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: hace 1 día



TRUMP.2, Collage, E. (2024)





Estados Unidos había negociado un cese al fuego a cambio de retomar los planes originales de desplazamiento poblacional que el mismo Ministerio de Inteligencia de Israel estableció en octubre de 2023.



Aunque el regreso de Donald Trump provocó un ligero cambio en el imaginario político de la cuestión palestino-israelí, este texto convoca a una reflexión sobre el perfil proisraelí del mandatario para su segunda administración. El argumento central es que, si bien Donald Trump pudo haber ejercido alguna presión para que Israel aceptara el cese al fuego en Gaza del 19 de enero de 2025, esto no representa una esperanza de paz duradera para los palestinos, sino un espacio para observar el regreso de una política exterior basada en los Acuerdos de Abraham y la reducción máxima del mapa geográfico de Palestina.



La Paz Coercitiva


Desde que Donald Trump regresó a la presidencia de Estados Unidos, mucho se comentó sobre su influencia en el cese al fuego entre Israel y Hamás del 19 de enero de 2025, algo que el expresidente Joe Biden nunca pudo consumar durante su gestión. Trump llegó a la toma de posesión presumiendo una influencia masiva en Medio Oriente gracias a los oficios de Steve Witkoff, enviado oficial de Trump para la zona, quien en menos de 24 horas garantizó el intercambio de rehenes por prisioneros entre Israel y Hamás como parte de un gran acuerdo de tres fases que puso en jaque a los políticos de derecha y ultraderecha en Israel, quienes amenazaron con abandonar la coalición del gobierno israelí ante lo que consideraron una derrota estratégica. Sin embargo, con el paso de los días, el gobierno de Benjamin Netanyahu no sólo permaneció, sino que ordenó un asedio militar contra la zona de Yenín, en Cisjordania, y una tremenda difusión de las declaraciones de Trump en las que insistió públicamente en “la limpieza de Gaza y el envío de millones de palestinos a Egipto y Jordania”. (Kanno-Youngs y Yee, 2025)


Lo anterior elevó las alarmas de activistas e intelectuales pro-palestinos, quienes comenzaron a cuestionar la verdadera razón por la que Donald Trump había presionado para obtener un alto al fuego, llegando a la conclusión de que dicha maniobra no se trataba de una acción pacifista proveniente de sus promesas de campaña, sino de un verdadero plan de reingeniería social y demográfica cuyo objetivo es empoderar a su aliado más importante en Medio Oriente por medio del respaldo de anexiones territoriales en Gaza y Cisjordania. En otras palabras, lo que estas polémicas declaraciones de Trump mostraban, era que Estados Unidos había negociado un cese al fuego a cambio de retomar los planes originales de desplazamiento poblacional que el mismo Ministerio de Inteligencia de Israel estableció en octubre de 2023 cuando uno de sus documentos se filtró con detalles de una ruta de evacuación donde los habitantes de Gaza serían transferidos a la Península del Sinaí como escenario para administrar Gaza. (Cook, 2023)


Aunque Amán, El Cairo y el propio Hamás rechazaron esta insinuación surrealista, la apuesta de Trump ya había enviado un mensaje a todo el mundo árabe. Por un lado,  hizo explícito el apoyo militar a Israel para reactivar la guerra en cualquier momento; por otro, abrió el horizonte de aceptar una nueva realidad estratégica de “paz coercitiva”, donde se incluyera no sólo la reingeniería poblacional de Gaza y la anexión de nuevas tierras en Cisjordania, sino también el reconocimiento de los territorios que Israel ha colonizado más allá de los Altos del Golán en territorio sirio, esto ante la caída de Bashar al-Assad en diciembre de 2024.



La reactivación de los Acuerdos de Abraham y el Plan Trump


La paz coercitiva implica que las intenciones estratégicas de Washington tengan por meta garantizar la reproducción de la riqueza de los nuevos magnates del capitalismo digital que atendieron la toma de posesión de Donald Trump. En el caso específico de Medio Oriente, la paz coercitiva significa la reactivación de los Acuerdos de Abraham, los cuales estaban a punto de ser firmados por Arabia Saudí antes de ser interrumpidos por la operación del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamás. Hoy, ante más de 45 mil muertos y la Franja de Gaza totalmente destruida, la administración de Trump pretende vender a la opinión pública internacional la idea de que tales acuerdos deben ser el marco referencial para una paz duradera que, si bien no es perfecta, por lo menos resulta mejor que la guerra y el genocidio. 


De acuerdo con el Instituto para la Paz de los Acuerdos de Abraham, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin e Israel, seguidos poco después por Kosovo, Sudán y Marruecos, marcaron el inicio de un nuevo marco regional que pretende crear 4 millones de empleos y mil millones de dólares en actividad económica, financiera y comercial desde el año 2020 (IPAA, 2025). En este sentido, los Acuerdos de Abraham sirven como base para un proceso de despolitización de la cuestión palestina, en tanto Estados Unidos e Israel vinculan a la mayor cantidad posible de élites árabes millonarias en negocios personales que reproducen su riqueza, pero que dejan la cuestión palestina a expensas de un arreglo económico conocido como el Plan Trump (2020). Este último considera Palestina como un archipiélago unido por túneles controlados por Israel, que concede a los palestinos la ciudad de Abu Dis —en la periferia oeste de Jerusalén— como capital de su nuevo Estado, mientras define a Jerusalén como capital inalienable del Estado de Israel.




Una figura importante en este tenor es el propio secretario de Estado, Marco Rubio, quien apoyó el ataque a gran escala de Israel contra Gaza públicamente antes de ser nombrado por Trump.



La concesión de territorios al norte de Palestina y al sur de la Franja de Gaza para los palestinos, a cambio de ceder el 30 % de Cisjordania a Israel, es lo que Trump pretende poner en la mesa de negociación para terminar con la guerra y el sufrimiento colectivo. Para que Israel acepte, Trump presume la reactivación de los Acuerdos de Abraham con la firma saudí, para lo cual planea realizar su primer viaje internacional a Riad durante el presente año 2025.



El equipo de Donald Trump para el Medio Oriente


Para ejecutar la estrategia anterior, Donald Trump cuenta con personas comprometidas con los intereses de Tel Aviv, cuya lista comienza con el propio Steve Witkoff —experto en bienes raíces y asesor para posibles negocios en la Franja de Gaza, como anteriormente lo fue su yerno y ex asesor para asuntos de Medio Oriente, Jared Kushner—, quien estuvo presente en el discurso de Benjamín Netanyahu ante el Congreso estadounidense del 24 de julio de 2024. (The Guardian, 2024)


En la reciente edición anual celebrada en Doha, Qatar, la Conferencia The Palestine Forum, contó con la participación de Tamara Kharroub, investigadora experta en autoritarismo digital, quien proporcionó una lista de personas con las cuales Trump pretende llevar a cabo la anexión de tierras en Cisjordania y establecer la perspectiva de paz coercitiva. Una figura importante en este tenor es el propio secretario de Estado, Marco Rubio, quien apoyó el ataque a gran escala de Israel contra Gaza públicamente antes de ser nombrado por Trump. También destaca Mike Huckabee, el ex gobernador de Arkansas y ahora embajador de Estados Unidos ante Israel, quien es un negacionista declarado del pueblo palestino; a Pete Hegseth, el nuevo secretario de Defensa, quien apoya la construcción del tercer templo judío en la zona de la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén; Elise Stefanik, enviada de Estados Unidos ante Naciones Unidas, quien ha sido crítica de las protestas sociales en las universidades estadounidenses y a Miriam Adelson, doctora, empresaria y filántropa, quien, junto con su esposo Sheldon Adelson, fallecido en 2021, donó cientos de millones de dólares a causas israelíes para apoyar, entre otras cosas, la anexión de la totalidad de Cisjordania a Israel y el reconocimiento de Jerusalén como capital de un Estado Judío. (The Palestinian Forum, 2025)




Ciertamente, el regreso de Donald Trump al poder marca un momento peligroso en la historia global, pero para Palestina será, sin duda alguna, una nueva etapa más de resistencia.



Apunte final


Aquellas y otras personas son tan solo una muestra del grupo con el que Donald Trump está trabajando propuestas para el Medio Oriente, las cuales no serán muy distintas a las que sugirió durante su primer mandato y que, por lo tanto, traerán nuevos debates críticos sobre Palestina y la dignidad humana. Todo esto se realizará en medio de un contexto marcado por la violación de las leyes internacionales, la imposición del imperialismo proteccionista estadounidense y un Sur Global Emergente, pero aún atado a la transición hegemónica global. 


Por el momento, se invita a pensar que el regreso de Trump no significa una política mejor a la de Joe Biden, sino un espacio que velará por la anexión de tierras palestinas por medio de una paz coercitiva que siempre retratará lo que ha ocurrido en Gaza como un fantasma al que nadie querrá recordar. Ciertamente, el regreso de Donald Trump al poder marca un momento peligroso en la historia global, pero para Palestina será, sin duda alguna, una nueva etapa más de resistencia.




BIBLIOGRAFÍA





Moisés Garduño García es profesor en el área de Estudios Regionales, adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la FCPyS-UNAM, doctor en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y maestro en Estudios de Asia y África (especialidad en Medio Oriente) por el Colegio de México.




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